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¿Cómo combatir el virus 'simple' del sida?

 

¿Cómo combatir el virus 'simple' del sida?

Gracias a nuevos medicamentos y mejores tratamientos, en los últimos años la geografía del sida ha dado un giro pronunciado.

Por: Juan David Torres Duarte / Ciudad de Panamá

El VIH es un virus joven y aún vigoroso. Hace cerca de tres décadas fue identificado, y la comunidad médica, luego de que se sucedieron extensas epidemias en los años ochenta y noventa, apenas comenzaba a entender cómo atacaba el sistema inmunológico y cómo, en poco tiempo, podía llevar a una persona a la muerte. Pero cerca de 25 millones de personas —que llenarían 625 veces el estadio El Campín, por ejemplo— han fallecido por esta enfermedad.

Así, derrotarlo se ha vuelto necesario. El virus, sin embargo, sabe cómo escaparse, cómo eludir los medicamentos, cómo transformarse. “El VIH es un virus muy simple —aseguró Anthony Mills, director médico del centro Tony Mills en Los Ángeles—. Y entre más simple es, más inteligente. Las primeras medicaciones fueron usadas para combatir el VIH; el VIH era tan inteligente que pudo combatirlas. Parte de nuestro trabajo es crear medicaciones más inteligentes que el virus. Por eso intentamos crear drogas que el virus no pueda derrotar”.

Mills asistió al Primer Foro Latinoamericano de Enfermedades Infecciosas en Ciudad de Panamá, Panamá. Junto a él, un numeroso grupo de especialistas discutió sobre el pasado, presente y futuro del sida. La geografía que trazaron durante dos días permite ver que la enfermedad, pese a todas las dificultades administrativas y médicas, comienza a retroceder.

Vivir y morir con sida

“Una persona de 20 años podría vivir ahora 50 años más —dice Mills—. Así que cuando comienzo a darle medicamentos a alguien que tiene 20 años, cuido de él durante los próximos cinco años o la siguiente década”.

Los últimos informes de la ONU Sida respaldan las cifras de Mills. El reporte de 2011 muestra que cada vez más personas logran vivir por más tiempo con sida; que un paciente, pese a todas las consecuencias del virus, puede llevar una vida normal y morir como lo haría cualquier otra persona. En 2010, entre 31 y 35 millones de personas vivían con sida en el mundo, 17% más en comparación con 2001 y casi cuatro veces más que en 1990. Eso significa que, además de un mayor acceso a los tratamientos y los nuevos medicamentos, los diagnósticos son más tempranos y así es más fácil controlar los efectos del virus.

También la mortalidad ha disminuido. Mientras que a mediados de la década anterior murieron cerca de 2,2 millones de personas, en 2010 la cifra descendió a 1,8 millones. Una de las razones principales para dicho descenso es el ingreso de un gran número de pacientes a terapias antirretrovirales.

El acceso está ligado, como es común, a los sistemas de salud de cada país. Por eso las naciones en vías de desarrollo y las más pobres (en el África subsahariano y el Caribe) siguen siendo las más afectadas. En América Latina los números permanecen estables: 100.000 nuevos casos cada año.

¿Qué sucede en Colombia?


“La infección por VIH en Colombia está teniendo dos fases —afirma Ernesto Martínez, presidente de la Asociación Colombiana de Infectología—. Una, desde el punto de vista de los datos oficiales estamos logrando resultados: está declinando la mortalidad asociada a la enfermedad, algo que sólo ha sucedido en los últimos tres o cuatro años. Eso era algo que no se había podido lograr en los primeros 25 años de la epidemia. Se está manteniendo el número de nuevos diagnósticos de VIH al año y se está mejorando el acceso a retrovirales en el país”.

Si bien en Colombia los pacientes con sida tienen cada vez más oportunidades de recibir el diagnóstico a tiempo, Martínez dice que todavía falta mucho camino por recorrer. De acuerdo con el Ministerio de Protección Social, en Colombia hay 4.500 casos de sida al año y el número de infectados que no saben que tienen la enfermedad podría doblar esa cifra. Por eso, Martínez piensa que el acceso a terapias integrales, que permitan que los pacientes sean atendidos por un equipo amplio de especialistas, todavía es un reto para el sistema de salud.

“Una queja de los pacientes —dice Martínez— es la dificultades que tienen para conseguir medicamentos, además de cierto acceso a especialistas. Hay muchas barreras debido a los trámites o a la falta de oportunidades en las EPS. Una de las grandes razones por las que nuestros pacientes no tienen el éxito terapéutico que requieren es ese apego administrativo”.

Además de mejorar el acceso sería necesario que los tratamientos fueran individuales. Una estrategia que, en Estados Unidos, ha dado resultados favorables. “No va a ser beneficioso si les aplicamos a las personas medicaciones que no están dirigidas a su organismo —afirma Anthony Mills—; si no funcionan, los pacientes se enferman, desarrollan resistencia y necesitan drogas más costosas”.

Carlos Castañeda, médico infectólogo, cuenta que la guía de atención para pacientes con sida —que fue publicada en 2006— aún tiene vacíos. “En la práctica se nos escapan asuntos como la salud mental y la farmacodependencia. El 70% de los pacientes puede tener algún tipo de patología o trastorno que involucre el sistema nervioso central o alguna dependencia química”.

Y eso hay que tratarlo. Ese es el reto de los tratamientos en Colombia: ¿qué pasaría si hubiera mayor acceso a un diagnóstico temprano y el paciente tuviera las medicaciones adecuadas? A eso apunta la pregunta de Mills: “Hay gente que viene a verme hoy y luce tan saludable como tú y yo, pero siete años atrás estaban a punto de morir y están aquí por determinada medicación. ¿Si la usáramos desde el principio, necesitaríamos algo más?”.

El sida en Colombia (número de muertes en las primeras 6 semanas de 2012)

- 597 víctimas fatales se presentaron en todo el país, según el Instituto Nacional de Salud.

- 105 fueron los casos de mortalidad en Antioquia, la cifra más alta del país.

- 92 fue la cifra registrada en Bogotá, la segunda región con los mayores índices.

- 114 fueron los casos registrados en la primera semana, la de mayor incidencia.

elespectador.com


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